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Tostaky (Le Continent) – Noir Désir

El resplandor de una época

En el horno del rock francés, Tostaky, el tema emblemático del álbum homónimo de 1992, es una pura explosión, un grito primitivo que sacude los cimientos del Hexágono. Noir Désir (Bertrand Cantat, Serge Teyssot-Gay, Jean-Paul Roy y Denis Barthe) no se limitan a tocar rock: lo encarnan, lo moldean y lo transforman en un material crudo, incandescente, casi chamánico. Con Tostaky, entregan un manifiesto, un llamado a “resistir” (“Tostaky” proviene de “Todo Está Aquí” en español, un guiño a sus influencias latinas y a una gira transformadora por Sudamérica). Esta canción es el punto de inflexión, donde Noir Désir pasa de ser una banda prometedora a una leyenda indiscutible.

Desde los primeros segundos, Tostaky te agarra por el cuello. La batería marcial e implacable de Denis Barthe impone un ritmo bélico, como un corazón palpitando con adrenalina. Luego entra la guitarra de Serge Teyssot-Gay, afilada y nerviosa, que corta el aire con precisión quirúrgica. Se dice que durante las sesiones de grabación en Londres con el productor Ted Niceley, Serge pasó horas esculpiendo esos riffs, persiguiendo la nota capaz de provocar escalofríos. Y cuando entra la voz de Bertrand Cantat, es un maremoto: cruda, poseída, portadora de letras crípticas, casi proféticas, que mezclan rabia, urgencia y una búsqueda del absoluto. “Todo está aquí, todo está aquí, dentro de nosotros”, clama, como un gurú punk que incita a una introspección visceral. Una anécdota jugosa: Cantat habría escrito estas líneas en un estado de trance tras una noche sin dormir en Buenos Aires, inspirado por las calles palpitantes de la ciudad y los ecos de la Movida.

Lo que convierte a Tostaky en un monumento es su capacidad para trascender el rock francés, a menudo criticado en aquella época por falta de garra. Mientras otros grupos se perdían en compromisos aptos para la radio FM, Noir Désir va directo al grano: energía pura, sinceridad desarmante y una mezcla de punk, grunge e influencias literarias (se perciben las sombras de Baudelaire y Rimbaud en la escritura de Cantat). El álbum Tostaky, grabado tras una agotadora gira sudamericana que llevó al grupo al límite, captura esa intensidad. Un rumor persistente asegura que la banda, exhausta hasta los huesos, canalizó su agotamiento en una furia creativa, transformando la frustración en un disco que golpea como un gancho directo.

Con *Tostaky* y a partir de ese momento, Noir Désir se convirtió realmente en Noir Désir. No es que los tres álbumes anteriores no lo fueran, pero en cada uno de ellos, por diferentes razones, la banda no parecía haberse encontrado aún. Pero en *Tostaky* está todo, como lo resume el título, una contracción del español “Todo está aquí”.

(Jean Daniel Beauvallet, Les Inrockuptibles, 1992)

Tostaky es más que una canción, es un símbolo. Consagra a Noir Désir como el abanderado de una generación que rechaza el compromiso, gritando su desafío contra un mundo que pierde sentido. Con su estribillo inquietante y riffs que se incrustan en tu mente, el tema convirtió los conciertos de la banda en misas paganas, donde públicos poseídos cantaban al unísono este himno de resistencia. También marcó un punto de inflexión comercial: el álbum vendió más de 300.000 copias, una hazaña para una obra tan intransigente. Esta fusión de furia y poesía es lo que consolidó la leyenda de Noir Désir, sentando las bases de un legado duradero que inspiraría a generaciones de bandas, desde Louise Attaque hasta Saez.

En 2025, volver a Tostaky es como sumergirse en una época en la que el rock aún era un arma, un grito, una promesa. Es una oportunidad para redescubrir una banda que, a pesar de las turbulencias y tragedias que vinieron después, capturó la esencia de la rebeldía eterna. Tostaky no solo se escucha. Se vive, se grita, y se tatúa en el alma. Y eso, amigos míos, es la marca de los gigantes.

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