En el sucio y ahumado corazón del Londres de 1977, donde el punk era menos un género y más un cóctel molotov lanzado contra el cadáver hinchado del rock and roll, los Sex Pistols lanzaron Pretty Vacant.
Pretty Vacant: El himno desafiante de gloria nihilista de los Sex Pistols
En el corazón mugriento y lleno de humo del Londres de 1977, donde el punk no era tanto un género como un cóctel molotov lanzado al cadáver hinchado del rock ‘n’ roll, los Sex Pistols desataron Pretty Vacant. Esta canción, el tercer sencillo de su incendiario debut Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols, no es solo una canción. Es una señal de desprecio de tres minutos hacia un mundo que se había vuelto obeso, complaciente y sordo a la rebelión. Con la voz burlona de Johnny Rotten, los riffs de motosierra de Steve Jones y una sección rítmica que se siente como un tren fuera de control, Pretty Vacant es el sonido de la juventud escupiendo en la cara de la autoridad, y sigue siendo tan vital hoy como cuando quemó las ondas por primera vez.
El sonido de la anarquía en tres acordes
Empecemos por el riff. Steve Jones, guitarrista autodidacta que una vez robó equipo del concierto de David Bowie en el Hammersmith Odeon (un auténtico gesto punk), ofrece una línea de guitarra cíclica y feroz, a la vez primitiva y electrizante. No es compleja (el punk nunca necesitó serlo), pero tiene esa urgencia cruda que te hace querer romper un vaso de cerveza y gritar. La batería de Paul Cook golpea como un latido acelerado, mientras que el bajo de Glen Matlock (antes de ser expulsado por ser “demasiado simpático”) proporciona una columna vertebral melódica que impide que el caos se derrumbe. Y luego está Johnny Rotten, nacido John Lydon, cuya voz gotea sarcasmo y veneno. Su interpretación de “We’re so pretty, oh so pretty… vacant!” no es tanto una letra como un manifiesto, una burla que ridiculiza tanto al oyente como a la propia banda. Los Sex Pistols no solo hacían música; la convertían en un arma.
Un gesto obsceno al mainstream
¿Qué hace que Pretty Vacant sea tan brillante? El paradojo en su núcleo: una canción sobre la apatía que no es para nada apática. La letra, escrita por Rotten e inspirada en el riff de Matlock (que él afirma fue influenciado por SOS de ABBA, una ironía deliciosa), es una oda burlona al desencanto. “Don’t ask us to attend ‘cos we’re not all there”, gruñe Rotten, capturando el desconcierto de una generación atrapada entre la desesperación económica y la estancación cultural. Sin embargo, la energía del tema, frenética, descontrolada, gloriosa, contradice su propio mensaje. Es como si los Pistols dijeran: “Estamos vacíos, claro, pero vamos a incendiar este lugar antes de irnos”. Esa tensión, esa negativa a resolverse, es lo que convierte la canción en una obra maestra. No es solo punk; es punk con cerebro.
La mugre y la furia
Las anécdotas sobre los Sex Pistols son tan legendarias como su música. Para cuando Pretty Vacant llegó a la BBC en julio de 1977, la banda ya era el enemigo público número uno. Su infame entrevista en televisión con Bill Grundy, donde maldijeron como marineros y escandalizaron a una nación, los convirtió en intocables. Los clubes los vetaron, las emisoras los ignoraron, y aun así Pretty Vacant logró entrar en el Top 10 del Reino Unido. El mánager del grupo, Malcolm McLaren, un svengali con talento para el caos, orquestó su imagen de proscritos, pero fue la música la que soportó todo el peso. Durante la grabación de Never Mind the Bollocks, el productor Chris Thomas tuvo que lidiar con una banda más interesada en irse de bares que en grabar, pero de alguna manera lograron sacar un tema tan preciso como explosivo. Cuenta la leyenda que Rotten grabó su voz en una sola toma, medio borracho y lleno de veneno, y se nota: cada sílaba es un cóctel molotov.
Los Sex Pistols han hecho un disco llamado ‘Pretty Vacant’, que trata sobre la situación de los jóvenes de hoy: aburridos, enfadados y sin nada que hacer.
(NME, 1977)
Haciendo temblar los cimientos de 1977
Pretty Vacant no solo marcó su época; ayudó a definirla. En 1977, Gran Bretaña era un caos. Huelgas, desempleo y una escena cultural asfixiada por los excesos del rock progresivo y el brillo superficial de la música disco. El punk fue el antídoto, y los Sex Pistols su cepa más peligrosa. Pretty Vacant capturó el nihilismo de una generación que se sentía estafada, cuyo lema de “sin futuro” resonaba entre jóvenes que solo veían cielos grises y trabajos sin salida. El lanzamiento de la canción coincidió con el Jubileo de Plata de la Reina, un circo patriótico que los Pistols ridiculizaron con su sencillo prohibido God Save the Queen. Pretty Vacant era menos abiertamente política pero no menos subversiva; su apatía era una forma de rebelión. Dio voz a los marginados, los aburridos, los enfadados, y su influencia se expandió, inspirando a todos desde The Clash hasta Nirvana y cada banda casera en un garaje desde entonces.
Un legado que se niega a desvanecerse
Casi medio siglo después, Pretty Vacant sigue sintiéndose como un golpe directo al estómago. Su potencia bruta no ha disminuido, su actitud no ha pasado de moda. Los Sex Pistols se desintegraron poco después, destrozados por egos, drogas y las maquinaciones de McLaren, pero Pretty Vacant sigue siendo su declaración definitiva: una canción que mezcla desdén, arrogancia y violencia sonora. Es el sonido de una banda a la que no le importaba vivir o morir, siempre que dejara una huella. Y vaya si la dejaron. Sube el volumen, deja que estalle y siente el vacío, porque a veces, la nada lo dice todo.