El ritmo que rompió el silencio
Comienza con una línea de sintetizador que suena como tristeza convertida en digital. Smalltown Boy, que salió en 1984, no grita. Late, se desliza y deja cicatrices. Cuando la música pop coqueteaba frecuentemente con la belleza superficial, Bronski Beat produjo una canción profundamente personal, silenciosamente desafiante y extremadamente elegante. No era solo una canción. Para muchos, era un espejo, una confesión y una desviación.
La construcción de Bronski Beat difería de la de otras bandas de synth-pop. Originalmente fundada por Steve Bronski, Larry Steinbachek y el icónico Jimmy Somerville, la banda evitaba el lenguaje abstracto o codificado. Eran abiertamente gay en una época en la que incluso susurrarlo en la música pop se consideraba arriesgado. Smalltown Boy relataba una historia que muchos conocían de memoria: un joven expulsado de su casa por quién es, dirigido a una ciudad que podría comprenderlo mejor. No era una comparación. Con arpegios sombríos y cajas de ritmos, era autobiografía.
La canción se elevaba con la voz de Jimmy Somerville. Un falsete que dolía en lugar de flotar. Era delicado, pero nunca débil. La línea vocal parecía suplicar y protestar simultáneamente. La letra carece de un arco de redención o fantasía de reconciliación. Movimiento simple, exilio, supervivencia. La brillante canción combina tanta tristeza con un ritmo que obliga a la gente a bailar. La gente bailaba antes de darse cuenta de que estaban bailando con el dolor.
Hemos listado dentro de la funda las edades para las relaciones homosexuales y heterosexuales en cada país del mundo y, al verlo escrito, la discriminación resultaba asombrosa.
(Jimmy Somerville, The Guardian, 1984)
El videoclip crudo y brutal reforzó el mensaje. Reveló el rechazo, la violencia, la fría burocracia de un planeta incapaz de mirar más allá del terror. Aun así, nada en la canción es amargo. Aquí no se requiere simpatía. Solo dice la verdad. Al hacerlo, dio voz a muchos niños en dormitorios de toda Europa que nunca antes habían escuchado sus vidas en una melodía pop. Smalltown Boy se emitió en la radio pero también participó. Lo rompió.
La canción alcanzó el Top 10 en toda Europa. Ha sido reeditada, reinterpretada, pero nunca diluida. Ha sido remezclada. Porque nunca siguió la moda, su legado sigue intacto. La necesidad le dio origen. Apretando la mandíbula y alejándose, Smalltown Boy se mantuvo firme en una época de hombreras y brillo sintético, llevando consigo un peso que, décadas después, todavía resuena en cada rincón donde el pop se atreve a decir la verdad.