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Feel Good Inc. – Gorillaz

Una ficción dibujada a golpes de bajo

Antes de que siquiera lo veas, la línea de bajo se desliza lentamente, pegajosa y arrastrada, enroscándose alrededor de tu columna vertebral. Todo parece un poco torcido, como despertar en el sueño de otra persona, mientras un loop empieza a sonar como los dientes de un viejo reproductor de casetes. Despegada y narcótica, la voz de Damon Albarn flota entre la niebla, cantando algo que suena aburrido e hipnótico. Diseñado para perseguirte, el groove está bien fijado, hecho para repetirse sin fin.

Gorillaz nació en el cruce entre la desilusión y la animación, más que en un club o un garaje. Albarn y Hewlett imaginaron una banda hecha de sombras y ruido, sin rostros, sin egos. Cuando llegó en 2005, Feel Good Inc. reflejaba el ánimo de la época: pantallas brillantes, ansiedad en cámara lenta y un zumbido digital constante de fondo. Sonaba como una transmisión desde una torre en ruinas, constante y extraña, medio camino hacia el mito.

Y entonces llega la interrupción: De La Soul irrumpe en la pista como si alguien hubiera tirado abajo la puerta en una after tranquila. Su risa atraviesa la neblina, desbordante de una alegría urgente y frenética. Parece una necesidad más que una colaboración suave. No rapean sobre el beat, lo atraviesan. Durante unos segundos, la canción pierde la compostura y se va por las ramas. Cobra vida a través del caos.

En Feel Good Inc., Gorillaz logran una fusión absorbente de rock alternativo y hip-hop, con versos del influyente trío de rap De La Soul, en una de esas canciones que simplemente funcionan, y lo hacen sin esfuerzo.

(Benedict, The Indiependent, 2015)

El video se grabó en las retinas de toda una generación: turbinas girando, ciudades improbables, rostros que parpadeaban y desaparecían. Era una advertencia animada, no un videoclip. MTV lo repetía, pero se sentía como si perteneciera al mundo subterráneo. Niños que nunca habían oído hablar de Blur o De La Soul conocían igual la torre, ese ritmo, esa risa. Enterrada en playlists y recuerdos, se volvió parte del diseño de la década.

Aún mantiene su forma. El sonido permanece como el sabor de algo raro y dulce; no envejece. El silencio entre las notas cuenta tanto como el ritmo en sí. Feel Good Inc. no fue creada para subirse a una ola. Fue creada para flotar en la corriente, para encontrar profundidad donde la música puede ser memorable sin necesidad de un rostro.

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