Precisión envuelta en misterio
Hay algo hipnótico en la forma en que When I’m With You se despliega. Desde el primer pulso de los sintetizadores, el oyente es transportado a un túnel estrecho iluminado por luces de neón frías, donde cada sonido resuena como si hubiera sido creado en una catedral de cromo. El ritmo avanza con constancia, robótico y estricto, pero hay una calidez innegable en la voz que lo atraviesa como un foco en la niebla. Russell Mael canta como un hombre atrapado en un bucle, la melodía se curva alrededor de su tono sin dejarlo escapar.
En 1979, Sparks ya eran unos forasteros experimentados. Con base en Los Ángeles pero adorados eternamente en Europa, los hermanos Mael eran conocidos por deslizarse entre estilos como artistas del escapismo. Con When I’m With You, grabada en Múnich junto al colaborador de Giorgio Moroder, Harold Faltermeyer, abrazaron la precisión sintética de la producción de la era disco. El estudio les dio las herramientas para construir una canción como una máquina: limpia y minimalista, pero con un extraño fallo humano palpitando en su núcleo.
El tema escaló hasta lo más alto de las listas en Francia, un país donde Sparks había encontrado refugio desde hacía tiempo para su excentricidad. El éxito fue discreto en otros lugares, pero en Francia se convirtió en parte de la banda sonora nocturna para una generación de jóvenes que descubrían la música en radios de transistores y pistas de baile llenas de humo. Sparks incluso actuaron en la televisión francesa con esmóquines a juego, fundiéndose con el estilo decadente de la época como si siempre hubieran pertenecido allí.
Un esfuerzo típicamente excéntrico, con Russell Mael articulando la letra de la canción como un muñeco de ventrílocuo, sentado en las piernas de Ron Mael.
(Molly Meldrum, Countdown, 1980)
Cada elemento en When I’m With You está reducido a su esencia. Sin adornos, sin gestos innecesarios. Los sintetizadores no brillan, avanzan con firmeza. La línea de bajo gira como un depredador perezoso. La batería hace clic en patrones precisos, más arquitectónicos que emocionales. Y sin embargo, hay emoción, precisamente porque todo parece contenido. Es esa tensión la que hace que la canción persista mucho después de terminar, como una conversación interrumpida demasiado pronto.
When I’m With You capturó un momento en el que la música electrónica aún no se sentía del todo en casa dentro del pop. Sparks no esperaron a que la tendencia se asentara: se lanzaron con la curiosidad de ingenieros probando un dispositivo nuevo. No eran futuristas, solo artesanos siguiendo una idea extraña hasta que cobrara sentido. Esa idea sigue vibrando hoy, cada vez que alguien se atreve a escribir una canción de amor que parece un mensaje desde otro planeta.