Cuerdas y guitarras en un mismo aliento
Cuando Music salió en 1976, sonaba como un himno que se alzaba desde una catedral de luz. La canción crece desde un susurro frágil hasta un clímax orquestal grandioso, tomándose su tiempo con la confianza de lo intemporal. John Miles, aún en la veintena, había volcado en ella cada gota de su amor por la música, la composición y el drama. Formado en piano desde pequeño y fanático tanto de Mahler como de The Beatles, Miles parecía tender un puente entre la grandeza clásica y la inmediatez del rock con una elegancia casi instintiva.
El arreglo destaca por su ambición. Una sección de cuerdas exuberante se entrelaza con guitarras eléctricas y baterías, sin invadir jamás la melodía. Alan Parsons, quien ingenió la grabación en Abbey Road, aportó una claridad y un espacio que dan a cada nota su lugar. La estructura en sí cuenta una historia: reflexión silenciosa, intensidad creciente, explosión final. La voz de Miles flota por encima de todo, clara y sincera, como alguien que te cuenta algo sagrado sin necesidad de explicar por qué.
No era el producto de una gran maquinaria de estudio. Miles era de Jarrow, un pequeño pueblo del noreste de Inglaterra, y se había curtido en el circuito de clubes antes de ser descubierto por Decca. El éxito de Music fue inesperado. Escaló las listas por toda Europa, se volvió un clásico de la radio nocturna y convirtió a Miles en un icono del rock sinfónico casi de la noche a la mañana. Durante años, abrió sus conciertos con los mismos acordes ascendentes, dejando que el público guardara silencio antes de que la primera línea llegara como una ola suave.
John Miles es la fuerza más brillante y renovadora del rock británico.
(Melody Maker, 1976)
Hay algo cinematográfico en la forma en que la canción se despliega. Casi se puede ver en planos amplios: un teatro vacío, un único foco de luz, un crescendo que se eleva entre cortinas de terciopelo. Invita a la quietud, pero también a la entrega. En una época en la que el punk emergía en clubes sudorosos y el disco encendía las pistas de baile, Music se mantenía en otra esquina, lenta y deliberada, confiando en que el oyente seguiría su arco. No se apresuraba a agradar. Permanecía.
Miles siguió trabajando durante décadas después de Music, de gira con Tina Turner y tocando con Alan Parsons Live Project, pero este tema siguió siendo su firma. No fue un golpe de suerte. Fue el resultado de la precisión, el instinto y la creencia en el poder de la melodía para transmitir emoción. Cada año, en algún lugar de Europa, una joven orquesta descubre la canción y la interpreta de nuevo. Las notas no envejecen. Solo esperan ser escuchadas con los mismos oídos abiertos.