Luces frías, corazón ardiente
Los sintetizadores iniciales parpadean como un letrero encendiéndose en la noche. Con precisión cortante, la caja de ritmos avanza a clics, encajando en un groove que se siente a la vez frágil y firme. A medio camino entre desear que nadie la escuche y esperar que alguien sí lo haga, Nena canta como quien murmura un secreto hacia el abismo. La pista acelera, pero sin peligro. Bajo la melodía hay una tensión parecida a un sueño despierto sostenido sobre un hilo.
Su voz tiene una claridad temblorosa. No es un grito, no es un lamento, sino algo más contenido, como una respiración que se mantiene demasiado tiempo. Todo gira en torno a un sueño, un quizás, un deseo dicho demasiado tarde. Las palabras flotan dentro y fuera del alcance. Los sintetizadores brillan, las guitarras se mantienen apagadas al fondo, su voz se extiende a través de la distancia como vapor iluminado. Cada frase se asemeja a una nota pasada en clase, leída de prisa y escondida enseguida.
Esto existía antes de que el mundo conociera 99 Luftballons. Nena todavía actuaba en escenarios modestos en 1982 con la banda que acababa de adoptar su nombre. Venía del grupo The Stripes, un trabajo anterior cantado en inglés, y había regresado al alemán con más filo y más corazón. Solo Geträumt surgió de ese cambio. Nació de noches en Berlín Oeste, del ruido estático de la radio, del sonido de trenes en estaciones vacías.
Entonces yo siempre tenía ideas que me quedaban muy bien, y luego llegué con la minifalda roja, y a los chicos les gustó, y a mí me gustaba de todas formas.
(Nena, 1982)
Musikladen marcó el punto de inflexión. Ella sonreía sin dudar, se movía como si persiguiera algo, y vestía de rojo. Ese programa alteró el aire. Las líneas telefónicas se encendieron. Los adolescentes lo grabaron desde la televisión. La canción no pidió permiso. Entró, dejó su huella y se quedó atrapada en la cabeza mucho después de la última nota.
Aún hoy palpita con la misma fuerza extraña. Como chaquetas de cuero en salones de baile, como un sueño que nunca llega, huele a laca y a aire frío. Aunque los acordes son básicos, la emoción no lo es. Nur geträumt no necesitó gritar para ser recordada. Siguió sonando mucho después de que el sueño se desvaneciera bajo la superficie.