El arte de volar cosas por los aires
Sabotage de los Beastie Boys no es sólo una canción. Es una granada lanzada a una habitación llena de trajeados que creen tenerlo todo bajo control. Publicada en 1994, en el álbum Ill Communication, es un uppercut sónico, un grito primario que mezcla punk, hip-hop y una actitud que dice: «A la mierda tus reglas». A Richard Hell, con su chaqueta rota y su aspecto de matón literato, le habría encantado. Estoy seguro de que lo habría hecho.
Desde los primeros segundos, ese riff de bajo, tan gordo como una vieja freidora de restaurante, te agarra por el cuello. Entonces Ad-Rock grita: «I can’t stand it, I know you planned it» – no es sólo una letra, es una acusación, una declaración de guerra contra todos los gilipollas que mueven los hilos entre bastidores. Los Beastie Boys, estos tres chicos judíos de Nueva York que se han convertido en poetas del caos, no sólo rapean. Escupen, golpean y arrasan. El batería Mike D golpea la batería como si quisiera atravesar una pared, y MCA lanza líneas que te hacen oler a asfalto quemado bajo el chirrido de los neumáticos.
Se trata de estar tan enfadado, tan cabreado con alguien, que quieres gritar. Quieres romper algo. Eso es «Sabotage», somos nosotros gritando.
(Ad-Rock, Rolling Stone, 1994)
Lo que hace que Sabotage sea tan punk es su negativa a conformarse. El clip, dirigido por Spike Jonze, es una ingeniosa parodia de las series policíacas de los 70: policías con gafas de aviador, persecuciones en coche, acrobacias absurdas. Pero detrás de los bigotes y las pelucas, hay una energía cruda, un deseo de tirarlo todo por la borda. Es como si Richard Hell hubiera cogido el micrófono para decir: «Vuestras instituciones, vuestras convenciones, nos importan una mierda». La propia palabra «sabotaje» es un guiño a los anarquistas que solían meter pezuñas en las máquinas para joder al sistema. Los Beastie Boys retoman este gesto, pero con amplificadores a tope y rimas que abofetean como bofetadas.
Musicalmente, es un desastre organizado. El riff principal, interpretado por MCA, es algo que podrías rasguear con una guitarra destartalada en una casa ocupada. La batería golpea como un mazo y los scratches de Mix Master Mike añaden otra capa de suciedad urbana. Sin embargo, todo encaja, como un rompecabezas montado con cinta adhesiva y rabia. Es hip-hop, pero también punk, funk, metal: una mezcla que no pide permiso para existir.
¿Y la letra? Es críptica, pero no hace falta un doctorado para entenderla: es una oda a la rebelión, al instinto de destrozar cosas cuando el mundo te cabrea. «I’m gonna set it straight, this Watergate»: hablan de escándalos y conspiraciones, pero también de su propio deseo de incendiar las expectativas. Los Beastie Boys no son sólo músicos, son agentes del caos, tipos que te recuerdan que tienes derecho a decir «no» y a gritarlo bien alto.
A Richard Hell le habría encantado Sabotage porque es una canción sin disculpas. No intenta agradar, no intenta ser limpia. Está ahí para sacudirte, hacerte reír, hacerte rabiar. Te dice: coge un micrófono, una lata de pintura en aerosol, o simplemente tu dedo corazón, y haz algo. Sabotea el sistema, sabotea la monotonía, sabotea todo lo que te asfixia. Y hazlo con estilo.