Alma en cámara lenta
Sailing On comienza como un suspiro suave, deslizándose en la habitación con la gracia de una brisa de finales de verano. Lionel Richie pronuncia cada palabra como si la arrancara del pecho; el bajo se recuesta; las teclas del Wurlitzer zumban en silencio. Es solo la revelación lenta de algo que antes estaba roto, sin dramatismo alguno. En ese momento de su trayectoria, los Commodores se dirigían hacia costas más sofisticadas, más pulidas, alejándose de sus raíces funk originales. Esta canción entra con guantes de seda cargados de peso, no con una explosión.
Publicado en 1979, un año que aún brillaba con fiebre disco y sudor neón, Midnight Magic incluía este tema. Pero Sail On flota en otro lugar completamente distinto. Con cada instrumento dejando espacio al otro para respirar, la producción se siente vasta. Un rasgueo suave, un redoble susurrado, y esa voz, melosa, agotada, inflexible. Los Commodores siempre entendieron la importancia del espacio entre las notas y el arte de decir más con menos. Ya no eran la banda de Brick House. Miraban hacia adelante, desnudos, limpios.
El cambio ocurre a mitad del camino. Un cambio de marcha sutil. El tempo acelera ligeramente, la guitarra toma protagonismo y Richie sube un poco la voz. Navega a lo largo de la línea; se sostiene; parece una ola que no rompe. Las palabras se tornan en aceptación, quizá incluso en alivio. No es éxito; no es rencor; es solo un hombre que se aleja con las manos en los bolsillos y el sol a su espalda. Aunque nunca acelera, el groove nunca se suelta. Ese es el sonido de alguien que recupera su nombre.
Una balada sorprendente con sabor country, con un acompañamiento contenido donde destacan la guitarra y los teclados, y las sutiles inflexiones country en la voz de Lionel Richie que sostiene la melodía.
(Billboard, 1979)
En la radio estadounidense, se instaló como si siempre hubiera pertenecido allí. Aportaba una tristeza adulta, silencio y espacio entre pistas de baile relucientes y éxitos cargados de sintetizadores. Hablaba de soltar sin ruido, de rupturas sin venganza. Tarde en la noche, cuando la fiesta se apagaba, los DJ la ponían. Las parejas bailaban despacio, tal vez por última vez. Era el tipo de canción que permanece, en lugar de necesitar elevarse. Provenientes de residencias universitarias y del soul sureño, los Commodores aportaban una calidez vivida entretejida en cada nota.
Puedes escuchar a Lionel Richie marchándose cuando la canción se desvanece. Solo con un gesto silencioso, no con un portazo ni fuegos artificiales. Sail On es una carta de despedida puesta en música, más que un himno. Captura ese espacio extraño y delicado entre el amor y la ausencia. Richie se levantaría, los Commodores seguirían, pero esta canción permanece justo ahí, intacta, sonando en una habitación medio vacía donde alguien aún se balancea con los ojos cerrados.