Un chute de puro rock
Subamos el volumen al máximo y sumerjámonos en el pulso electrizante de Shoot to Thrill de AC/DC, una canción que no solo rockea. Te agarra por el cuello, te arrastra al borde de un acantilado y te reta a saltar. Desde el momento en que esos acordes iniciales cortan el silencio como una navaja, estás atrapado. Los riffs de guitarra de Angus Young son afilados como cuchillas, una clase magistral de energía cruda y sin filtrar que parece conectada directamente a tu sistema nervioso. Esto no es solo una canción; es un sermón de alto voltaje entregado desde el altar del rock ‘n’ roll, y AC/DC son los sumos sacerdotes, empuñando sus instrumentos como reliquias sagradas. Lanzado en 1980 en el emblemático álbum Back in Black, Shoot to Thrill es una piedra angular del hard rock, una pista que destila todo lo que hace atemporal a AC/DC: actitud, garra y un gesto desafiante a todo lo que intente domarlo.
Hay algo primitivo en Shoot to Thrill que se te mete bajo la piel. La voz de Brian Johnson ruge y se eleva, un aullido áspero que podría despertar a los muertos. El hombre acababa de ponerse en los imposibles zapatos de Bon Scott, fallecido trágicamente el año anterior, y aun así aquí está, cantando con una sonrisa diabólica que casi puedes oír. La banda estaba en una encrucijada, tambaleándose tras la muerte de Scott, pero en lugar de rendirse, redoblaron esfuerzos, canalizando su dolor en un álbum que se convertiría en uno de los más vendidos de todos los tiempos. La leyenda dice que el productor Mutt Lange empujó a la banda a refinar su sonido, despojándolo hasta los huesos mientras amplificaba su impacto. ¿El resultado? Una pista como Shoot to Thrill, donde cada golpe de batería de Phil Rudd se siente como un puñetazo en el pecho, y la línea de bajo de Cliff Williams acecha como una pantera, atrapándote en ese groove irresistible. Es el sonido de una banda que se niega a desaparecer en silencio, demostrando que no solo podían sobrevivir, sino dominar.
¿Qué hace que esta canción sea tan malditamente buena? Es la alquimia de la simplicidad y la actitud. El riff de Angus es engañosamente sencillo, tres acordes y un montón de alma, pero es la forma en que lo toca, con esa furia de colegial en uniforme haciendo el «duck walk», lo que lo convierte en un arma. La estructura de la canción es una clase magistral de tensión y liberación, construyendo hasta ese estribillo donde el “Shoot to thrill, play to kill” de Johnson suena como un grito de guerra para cualquiera que alguna vez haya querido liberarse y desatar el caos. Y hablemos de ese solo de guitarra. Angus no solo lo toca; lo empuña, cada nota es una chispa que salta de una piedra de afilar. Aquí no hay pretensión, ni florituras sobreproducidas, solo puro y sin adulterar rock que te agarra por el cuello y no te suelta. Es el tipo de canción que te dan ganas de subir el volumen, bajar las ventanillas y conducir demasiado rápido en la noche.
En 1980, Shoot to Thrill cayó como un rayo en una escena musical que oscilaba entre la rebelión cruda del punk y el brillo pulido de la new wave. La disco aún rondaba como una resaca persistente, y el hair metal apenas empezaba a asomar sus melenas. A AC/DC no le importaban las modas. Nunca les ha importado. Eran los héroes obreros del rock, entregando himnos para la gente común, y Shoot to Thrill era su grito de guerra. Capturó el espíritu de una generación con ganas de soltarse, de reclamar el espíritu salvaje y sin domar del rock ‘n’ roll en una época que empezaba a sentirse demasiado pulida. La actitud desafiante de la canción resonó con cualquiera que se sintiera contra las cuerdas, y su inclusión en todo, desde las rocolas de bares hasta, décadas después, la banda sonora de Iron Man 2, demuestra su poder de permanencia. Demonios, cuando Tony Stark pone esta canción mientras se pone su armadura, sientes la invencibilidad que emana.
Esto no es solo una canción; es una máquina del tiempo. Te transporta a arenas llenas de humo, a los días en que AC/DC escalaban hacia la cima del rock, con sus amplificadores tan altos que hacían temblar la tierra. Hay una historia de la gira de Back in Black donde Angus, empapado en sudor y todavía con sus pantalones cortos escolares, tocó con tanta ferocidad que casi se desmaya en el escenario, solo para ser reanimado por un técnico con un cubo de agua y pura fuerza de voluntad. Esa es la clase de energía que encarna Shoot to Thrill, implacable, tenaz y gloriosamente viva. Es un recordatorio de que el rock ‘n’ roll no es solo música; es una forma de vida, una señal de desafío a lo cotidiano, y AC/DC siempre han sido sus estandartes. Así que enchúfalo, súbele el volumen y deja que Shoot to Thrill te recuerde por qué te enamoraste del rock en primer lugar.